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ACTUALIDAD

CAMINOS DE RESISTENCIA


Empezamos a caminar desde antes de existir la organización, siguiendo las huellas de nuestros ancestros: los Sindagua. Guerreros fuertes y valientes que hace más de 500 años habitaron el territorio del pie de monte y costa pacífica nariñense, y sentaron las bases de nuestro proceder en relación con el cosmos, la montaña, las peñas, los ríos, los bosques, los animales y los espíritus guardianes de la selva.

Ellos, nuestros tatarabuelos, fueron los primeros en enfrentarse con sus flechas y bodoqueras a los conquistadores españoles que llegaron a la región desde 1514 aproximadamente, y quienes extasiados por la riqueza aurífera del lugar decidieron volver en varias expediciones, acosta de las difíciles condiciones geográficas y de la acérrima respuesta de los Sindagua, empeñados siempre en defender el gran territorio, el pensamiento y la libertad de su ser indígena.

La llegada de los colonos en búsqueda del oro existente, supuso el comienzo de las expresiones y condiciones de violencia, sometimiento, explotación, despojo y migración que sufriría nuestro pueblo a lo largo de su historia. La tortura y atroz masacre perpetrada contra 81 líderes Sindagua por parte de los españoles en 1635 (García, 2020), la utilización de los indígenas como mano de obra en las zonas mineras y en calidad de transporte de carga y personas; y el arribo al territorio de esclavos africanos destinados también a la explotación de minerales en la región, fueron factores que, en conjunto, obligaron a los mayores y mayoras que sobrevivieron al yugo español a guardar silencio y huir hacia la profundidad de la selva, como estrategia de resistencia cultural y pervivencia física. Hablamos de un primer arrinconamiento y ocultamiento que duró más de 300 años, viéndose “interrumpido” esporádicamente solo para la adquisición de sal, principal producto de comercio en lo que, para el siglo XIX, era el caserío de Tumaco.

Las largas y escabrosas trochas, la selva húmeda del pacífico y el aislamiento de los centros poblados donde se ejercía control colonial, les permitieron protegerse de los maltratos de los mestizos y desarrollar las prácticas ancestrales y tácitas de cuidado, producción y organización social. No obstante, las dinámicas comerciales que generaron el ferrocarril que del Diviso llevaba a Tumaco, y el camino que de Túquerres conducía a Barbacoas, llevaron a una mayor dispersión de la población y a la perdida de áreas extensas de territorio ancestral, de modo que los lugares para nosotros sagrados quedaron a merced del uso que pudieran darle los nuevos habitantes.

Toda la atrocidad comedita contra nuestros abuelos y abuelas en el marco de la guerra, la paulatina expansión territorial de colonos y otras comunidades sobre gran parte del territorio que ancestralmente habíamos habitado, la explotación económica cargada, además, de discriminación y estigmatización; la instrumentalización de voto en las contiendas electorales bipartidistas de finales del siglo XIX y la intromisión de no indígenas en la resolución de conflictos entre familias Awá, nos fueron impulsando progresivamente a pensarnos y repensarnos el futuro que queríamos para nuestro pueblo; siendo la ocupación del territorio ancestral de La Brava (Tumaco) en 1980, por parte de la explotación de Palma aceitera, serían el detonante para decir ¡basta! Y comenzar un camino por la defensa de nuestra tierra y nuestra gente.

“Los Awá estábamos en la montaña viviendo y haciendo resistencia desde la montaña. Estas cosas eran tomando chicha, en el suelo, en las casitas de chonta, y si era de bailar, ahí bailábamos, la alegría era en la montaña. (…) Caminábamos por varios resguardos haciendo la titulación colectiva en los resguardos de Ricaurte, Tumaco, Samaniego, y muchas veces se acompañó a Ecuador y a Putumayo. Nos especializamos en caminar en esos diferentes territorios para que hoy en día sean resguardos indígenas, para que de ninguno de los indígenas se pudiera aprovechar la gente de afuera.  (…) En ese momento, todo se tuvo que hacer rápido para tener el territorio en manos de los indígenas, porque ya se desarrollaban negociaciones para titulación (…) Sabemos que la ley indígena (ley 89 de 1890) llevaba más de 200 años, pero esa ley la teníamos que retomar porque no había otra ley. Con esa referencia nos vinculamos a hacer los resguardos…” [1]

Recorriendo el territorio, construyendo la memoria y escuchando la palabra de los mayores y mayoras Awá, fuimos impulsando otras formas organización y apropiación de la legislación indígena, apoyados en ese entonces por el Equipo de Pastoral Indígena. Sin embargo, fue a mediados de los años ochenta, en el marco del desarrollo del “Plan de Ordenamiento y Desarrollo Binacional para el Área Indígena Awá”, que tomó forma la idea de constituir una organización y darle cuerpo a la unidad Awá en el territorio colombiano. (García, 2020)

Allí, mayores como Julio García, Apolinar Pascal, Alfonso Canticús, Julio Bisbicús, Rosalba Pai, Nicanor Taicús y Gabriel Bisbicús comenzaron a urdir la palabra en dirección al sueño de organizarnos, de fortalecer nuestra identidad y de caminar con firmeza siguiendo la orientación de nuestros abuelos y sabios espíritus.

Anhelo y proyecto de vida colectiva que, gracias al apoyo y compartir de los hermanos de Federación de Centros Awá del Ecuador –FCAE-, el Consejo Regional Indígena del Cauca –CRIC-, la Organización Nacional Indígena de Colombia – ONIC-, la Pastoral Social y algunas instituciones gubernamentales, se hizo realidad el 6 de junio de 1990 en la reserva La Planada. Lugar donde nació la Unidad Indígena del Proyecto Awá, llamada más adelante Unidad indígena del Pueblo Awá – UNIPA.

Nuestra misión: luchar por el reconocimiento, respeto y fortalecimiento del pueblo indígena Awá, en todas las dimensiones de su existencia. Esto es: en nuestro derecho a la Autodeterminación, al gobierno propio, al territorio y a la identidad inkal Awá, expresada en la cosmovisión, la ley de origen, la espiritualidad y las prácticas de justicia, educación, salud, producción, cuidado familiar, trasmisión del saber, comunicación y, de manera especial, en el relacionamiento cotidiano con el territorio ancestral y sagrado, el Katsa Su, sin el cual el Awá no es Awá.

Nuestra visión: ser un pueblo fortalecido en su pensamiento propio, que conviva bajo cuatro principios que garantizan nuestra pervivencia: Unidad, Territorio, Cultura y Autonomía, y que mantenga relaciones de respeto con la naturaleza y los demás pueblos.

[1]Intervención de lidesa.

la Autodeterminación, al gobierno propio, al territorio y a la identidad inkal Awá, expresada en la cosmovisión, la ley de origen, la espiritualidad y las prácticas de justicia, educación, salud, producción, cuidado familiar, trasmisión del saber, comunicación y, de manera especial, en el relacionamiento cotidiano con el territorio ancestral y sagrado, el Katsa Su, sin el cual el Awá no es Awá.

Nuestra visión: ser un pueblo fortalecido en su pensamiento propio, que conviva bajo cuatro principios que garantizan nuestra pervivencia: Unidad, Territorio, Cultura y Autonomía, y que mantenga relaciones de respeto con la naturaleza y los demás pueblos.

Fuente: Archivo fotográfico UNIPA

Actualmente, la organización está conformada por 32 gobernadores, uno por cada resguardo asociado a la organización. También, por catorce Consejerías:1) Consejería Mayor 2) Secretario general 3) Fiscal 4) Planeación 5) Organización y Territorio 6) Salud 7) Educación 8) Mujer y Familia 9) Niñez y Juventud; 10) Economía y Producción 11) Comunicación y cultura 12) Administración y finanzas 13) Guardia Indígena, y 14) Binacional. Todas ellas representadas por líderes y lideresas Awá que han sido escogidos por consenso en el Congreso del Pueblo Awá para los cargos que actualmente desempeñan, y que han manifestado su interés voluntario de hacer parte del proceso.

A nivel organizativo nuestras principales instancias de dirección son: el Congreso Indígena Awá (Paitta inkal Awa tinta Wamkit Paramtu), la Asamblea General del Pueblo Awá-UNIPA (Paitta inkal Awá Wamtit), el Consejo de Autoridades y líderes Awá asociados (Inkal Awá Mikua) y el Consejo de Gobierno Awá (Wam Kit Katkimturuz). Instancias a las que se suma el consejero mayor (An Tinta mika) que en calidad de representante legal es el órgano ejecutivo de la asociación.

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